La poesía saharaui en "Tuiza. Las culturas de la jaima"
En la primavera de 2015 la poeta saharaui Zahra Hasnaui y yo estuvimos realizando una serie de recitales y conferencias sobre la cultura y la poesía saharaui dentro de la exposición “Tuiza. Las culturas de la jaima”. El proyecto del artista sevillano Federico Guzmán convirtió en una colorida jaima saharaui el Palacio de Cristal del Parque del Retiro, Museo Reina Sofía. Mediante la jaima, definida como “una ecología del saber” por el académico portugués Boaventura de Sousa Santos, el colonizado invade el terreno de colonizador, no de manera violenta ni intrusiva, si no con la elegancia y la fuerza de las melhfa, que es la de las mujeres y de todo el pueblo saharaui. La jaima, símbolo tradicional y cultural de un pueblo colonizado, se impone a la construcción colonial.
Seguir los recitales de poesía saharaui en Tuiza aquí
“La poesía saharaui está profundamente arraigada; es un arma para amplificar la lucha, la denuncia y el combate, para amplificar las redes de solidaridad”. María Paula Meneses
“Los poetas saharauis están demostrando que el arte puede cambiar el mundo, que hay una subversión en las formas de pensar”. Boaventura de Sousa Santos
Poemas de Bahia Awah
Poema de mayo
En mi mayo, desde las entrañas
del suelo patrio,
eclosionan inmaculadas semillas,
y todo es leche de camellas,
manteca y bonanza para el frig[1].
En tu lenguaje de primavera,
nacen flores,
germinan rosas,
brotan amapolas.
Aparecen orquídeas,
y también tulipanes,
y jazmines.
Este es tu hermoso mayo
de cada primavera,
mientras que en el mío susurra
otro lenguaje de flores entre
rocas,
llanos y estepas,
y desde el lomo de las dunas,
contemplo feliz la blanca flor de lehbalia,
la morada flor de teilum
el sedoso copo de anish,
el trébol violeta de yeryir.
Cada noche en un castaño cuenco aguardo
la bondad del ganado,
y la rica espuma de leche, sabor a tafsa[2].
En mi mayo brota elgahuan,
brota ashakán,
brota danun,
brota elgarreima,
brotan las espigas de nsil[3],
donde anida sus polluelos
un pajarito cantor,
que no es el ruiseñor,
sino en el lenguaje del desierto,
el pajarito Um Yaber[4].
En mi mayo las flores
tienen la misma esencia que las tuyas,
tienen la misma fragancia
cuando el fresco aire de elgueblía[5]
sopla barlovento sur,
el rocío de la mar cuajada sobre
el cogollo de una bondadosa giba.
En mi mayo las mujeres visten
nila[6], cubriendo de un ligero azul
la tez morena,
los finos dedos y las esbeltas piernas.
Se pintan los ojos de un toque del kehla[7],
y graciosas, descalzas, caminan en las dunas,
y del atil[8] eligen sus palos del romance.
En las noches de luna llena
y al son del ritmo tabal[9] enamoran
moviendo las caderas
a los mozos de lefrig,
a los pastores del rebaño
a los caballeros andantes,
y al inesperado poeta
que arriba sigiloso sobre el lomo
de un dromedario blanco.
Amigo este es mi mayo,
esta es mi primavera,
tan diferente
a la suya en Fez, Tanger o Meknez.
Entre tu mayo y el mío hay divergencia
en hermosura,
porque en los nombres de Larui Bugarn,
Gleib Elkirah o Galb Eljail
se esconde una hermosa cabra de monte,
la trágica muerte de un verso y un poeta,
y el corazón de un corcel.
Pregúntales
A quién me pregunta
¿de dónde es el bienvenido mozo bauah[10]?
Y cómo son las estepas
de mi Tiris,
le respondo amablemente.
Procedo de los legendarios campos,
leyendas del sur,
de la dorada sabana, tierra cristalina,
de distantes islotes de galaba[11]
de tórridas estepas
de nsil, murcba,
askaf, acacias de hojas y tamat[12].
En tiempos de lejrif[13] mi campo es gozo,
en tifisqui[14] es toda humanidad,
en saif[15], generoso,
prudente, con su fresco odre y grata sombra.
En sus vientos no temo perderme,
tangible confío en el sentido de mi dromedario,
y en las enseñanzas de mi abuelo.
En mis campos del sur, sosegado y feliz,
nacen y mueren mis días para vivir
teniendo bien sujetas las estacas
y el altar de mi jaima.
Jeroglíficos del exilio
En mi infancia como pastorcito
de dromedarios,
escuchaba decir:
“la gacela muere en su sequía”[16].
En años de destierro
he ido descifrando
ancestrales jeroglíficos
como un verso suelto,
anónimo,
sobreviviendo
siglos de olvido.
Pobre, y rico, de mi condición saharaui,
así se lo digo, poeta hispano,
como Machado,
como Lorca,
como Neruda
como Badi
o como Beibuh[17].
Poeta antimonárquico y guerrillero,
por la libertad, un día alegre
morirá mi corazón soberano.
One Peace Day
El erudito saharaui Chej Mohamed Elmami.
“La prenda sucia de la paz es mejor
que la presumida darraa[18] de la guerra”.
Yo tengo un sueño, ese día de paz.
Tú, que hoy me preguntas
qué siento por “one peace day”,
te diré que ningún recuerdo
me dejaron para jugar
tras un arco iris,
ni he conocido mi arrebatada infancia,
y mi juventud tan pronto
en el desierto saharaui menguó,
huyendo de la atroz guerra.
Yo tengo un sueño, ese día de paz.
Tú, poderoso, que presumes
del ¡yes to war!
Yo no tengo complejo de mi eterno sueño
¡yes to peace!
y sueño paz y armonía con los demás.
Un dulce beso es cualquier día de paz,
una radiante y sincera sonrisa,
un vientre de comida lleno,
un digno calzado para caminar,
un techo para cohabitar,
una flor para regalar,
un arado para sembrar
un abrazo que compartir,
un cuaderno y un lápiz para escribir
y una mano a extender
para el ahogado en ríos de guerra.
Poderoso, cruel, indiferente ante mis
raídos turbantes y rugido de tripas,
esta es la paz que quiero vivir por un día.
Sentado bajo la sombra
de una milenaria acacia,
caducaron mis años de aurora.
Nunca antes había escuchado de balas
ni de aviones supersónicos,
hasta que rompieron
el silencio de mi solemne cementerio,
y mi desierto saharaui quedó
desierto de paz,
y la paz en mi jaima venció a la guerra
y la jaima[19] se convirtió en símbolo de paz,
y la multitud de manos blancas
venció cuarenta años de guerra,
y mi corazón lleno de paz venció el odio,
y desierto de guerra en paz sembró amor,
y cundió paz y amor y paz,
para que todos sólo soñemos este día de paz
en mi Sahara Occidental,
en Bagdad
en Damasco
en Beirut, en Gaza o en Jerusalén.
Yo tengo un sueño, ese día de paz.
Tú, amigo, que hoy me preguntas.
Ayer tras cuatro décadas en las riveras de Saguia
hallaron la fosa de mi abuelo,
las cuentas de su rosario,
su documento de identidad y la darraa
que llevaba cuando marchó en paz,
a cuidar nuestro ganado
y nunca regresó.
Fíjate cómo en mí repicaron
los tambores de la guerra,
y respondí predicando la paz
para que el alma de mi abuelo
en paz descanse y en mi desierto
y con mi jaima impere sólo paz.
[1] Grupo de familias nómadas acampadas en jaimas
[2] Planta que crece en el Sahara y sirve de alimento ocasional para los animales. A causa de su aroma deja un especial sabor en la leche de las dromedarias que lo comen.
[3] Nombres de plantas muy apreciadas por los animales.
[4] La madre de Yaber.
[5] Vientos frescos que soplan del sur cuando hay precipitaciones.
[6] Tinte azul oscuro que suelta una tela muy apreciada por los saharauis.
[7] Mineral muy valioso que se usa para pintar la raya del ojo de negro.
[8] Planta del Sahara. Las ramitas finas se usan para la higiene dental. Se mastican en un extremo para desflecarlas y usarlas como palillos de dientes (mesuak). Conservan sanas las encías, dejan los dientes blancos y buen sabor de boca.
[9] Tambor que usan las mujeres saharauis.
[10] Buscador de lluvias y de lugares de pasto en el desierto.
[11] Plural de galb, monte.
[12] Nombres de plantas del desierto del Sahara.
[13] Otoño.
[14] Primavera.
[15] Verano.
[16] Proverbio saharaui.
[17] Badi y Beibuh son los decanos de la poesía saharaui en hasania, el idioma de los saharauis.
[18] Vestimenta típica tradicional del hombre en el Sahara Occidental.
[19] Tienda de campaña tradicional saharaui hecha de pelo de camellos y lanas de cabras una raza autóctona saharaui. La jaima se ha convertido en un símbolo de paz y convivencia para los saharauis.
Ella es de Damasco
A la hermosa dama La Alhambra
Quiero escribirte estos versos desde el otoño
de Granada.
Quiero escribirte en esta primavera
de Damasco.
Quiero escribirte estas letras de oro
incrustadas ocho siglos en tus costillas
de Anisatun arabiya .
Quiero escribirte desde los ancestrales
jardines de El Yasmín ,
fragantes de rosas,
adornados con tulipanes de Estambul.
Quiero escribirte que acudo con mi cristiana
para rezar por tu dormida alma
que reposa entre
las árabes pestañas de Granada.
Quiero rezarte los versículos del Corán,
los libros de la Biblia,
la palabra de Abraham y Moisés.
Quiero que tu alma descanse eterna
en las erguidas
torres de El Generalife,
en la Puerta de la Justicia,
en la Sala del Meswar,
en el Patio de los Arrayanes.
Quiero que tu alma perdure
en la Sala de Las Dos Hermanas,
en la Torre de Las Damas
y en el Patio de Los Leones.
Quiero escribirte que sigues siendo
la radiante mujer
de Damasco
que pretendí en La Torre de La Cautiva,
en tiempos del Reino Nazarí de Granada.
Quiero escribirte que cuando entré
por la Puerta de Las Granadas,
exclamé ¡Bismilah arrahmani arrahim! …
imploré ¡Santo Dios mío!
Quiero escribirte que se me agotan las palabras
como se me concluyeron entonces,
rezando por tu alma los sesenta capítulos
del libro sagrado.
Y ultimo escribiendo en estas milenarias hojas,
desde el mesonaje del Albaicín.
Eres la única mujer que los siglos amaron
hasta la saciedad.
Quiero escribirte estas letras de oro
incrustadas ocho siglos en tus costillas
de Anisatun arabiya.
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Anisatun arabiya: dama árabe.
El Yasmín: jazmín.
Bismilah arrahmani arrahim: En el nombre de Dios clemente y misericordioso.
A Ali uld Meyara
Gigante aún despierto en el lecho
de un minúsculo río,
a veces desnudo de verdes,
a veces cubierto, sabanas copos de nsil.
Sin lápida de mármol,
nostálgico epitafio,
cinco vainas de bronce vacías
por un Sahara en paz soñada.
Gigante invicto en la batalla
de los siete franceses,
gigante vivo o muerto setenta años
después,
gigante aún vencedor en la misma trinchera.
Gigante aún despierto en el lecho
de un minúsculo río,
a veces desnudo de verdes,
a veces cubierto, sabanas copos de nsil.
A la memoria de Nih
Hermosa estás, Taziualet, radiante
galaxia de tu firmamento,
con la melhfa de nila
y el blanco faldón de arenas,
sugerente doncella de Tiris.
Glamourosa vestida de gala,
acodada en blancas dunas
de seda.
Piernas esbeltas,
tintadas de azul,
y pies oscuros, flor de henna.
Al este anhela acariciarle Azafal,
al suroeste la pretende Auadi
y al noroeste encanto de beduina
rompecorazones:
galb El Arui, corazón de cabra montés,
galb Egteitira, corazón de cataratas,
galb Eljail, corazón de un corcel.
Como tus ojos I
A María,
la niña de Talavera de la Reina
Me has pedido que te describiera
el cielo del Sahara,
que te lo depositara en la palma
Inocente de tu mano.
Estrellado,
Celeste,
azul aún presente
en mis ojos
como tus astros,
Transparente abierto como tu corazón
Fresco es de olor, antaño recuerdo
techo de mi cuna, María.
Como tus ojos María II
… Y me acuerdo María de otras constelaciones
aún techo de mi cuna,
cuando la noche muda sofoca su candil,
cuando los pastores cumplen el último ordeño
de la noche,
y el silencio del desierto cunde paz
entre la fogosa hoguera de un pastor
y el escamado berrido de un dromedario que no cesa,
dichoso de gruñír
en el primer tercio de la noche,
bruuh, bruuh, bruuh, bruuh
El cielo un techo para acariciar
la otoñera estrella Dabarán,
el cielo un techo para acariciar
la traidora estrella Elmeshbuh,
el cielo un techo para acariciar
la húmeda constelación Zureya,
que anuncia,
mañana las nubes acarician lomos de dunas,
mañana los copos de nsil y murcba aguardan
los polluelos de umyaber,
mañana conviven en la misma grara,
un astuto chacal, un prudente pastor y un rebaño sediento
de concordia.
Este es mi cielo de muchas y alteradas estrellas,
Este es mi cielo de pocas nubes
Y este es mi cielo que brota, hermosa amistad, en la palma
de tus manos María.
Mi duna esbelta
A una mujer transeúnte por la Calle Alcalá
Mientras los vientos tallaban una silueta
de perfiladas
y lozanas curvas,
su revelación me traía la voz
del arcángel Yibril,
que en mis oídos dulcemente
susurraba,
elcamal ala lilah,
Sólo Dios pudo inspirar
esa soberbia hermosura.
Imprudente y absorto,
seguí observando cómo cruzaba la calle Jazmín,
esquina con calle Orquídea.
Y cuesta abajo la brisa de la tarde
llenaba mis sentidos de su olor
a primavera.
Imaginé hincar mis rodillas en un mar
de sedas y dunas.
Imaginé cruzar las viejas callejuelas
de Granada.
La imaginé cabalgar junto a mí sobre lomos
de dunas,
la imaginé una vieja plata tallada,
por un orfebre fenicio, una piedra turquesa
tallada sobre el lomo de mis dunas.
Era la perla peregrina,
lloraba lágrimas de nácar,
blanca era como el cuarzo de mis dunas.
Con ella deliré en mi sueño,
cuesta abajo, calle Jazmín cuando hace
esquina con calle Orquídea.
Tu querer anida en las entrañas
Sáhara, oh Sáhara.
No hay ola que de noche
no repita
este grito:
¡Sáhara, oh Sáhara!
¿Acaso expira el mar
del peso de la noche?
¿Le aburre su andadura?
¿Se acuerda en el exilio
de su gente?
Mahmud Sobh
Y es así, cuelga, anida, se cobija
se refugia,
y acampa a sus anchas
en mi usurpado corazón.
Otra vez renacen mis dichas,
blancas palomas,
olas y olas, barloventos, brisas
y vientos,
espumas enfurecidas.
Desde las cornisas de Cabo Blanco,
Bojador a las Playas Fum Saguia,
todo ansias de libertad.
Allá,
las olas mecen su gente, sabor
al triunfo.
Allá,
se une el grito de Mahmud Sobh
con mi grito.
Allá,
las olas y la gente gritan
¡Oh Sáhara, oh Sáhara!
¡Oh Palestina, oh Palestina!
Sí, expirará la mar del peso
de su noche.
Sí, se acordará en el exilio
de su gente.
Y la mar, ésta,
nuestra, con sus cuajadas espumas
negras, rojas, blancas
y verdes,
volverá a vernos, inevitablemente,
seguro volverá a vernos.
Bubisher
A veces inesperado posa sobre los vientos
de la jaima,
a veces como un ágil anciano del desierto
turbante blanco y silham[1] oscuro,
saluda ávido sobre los secos ramos
de una acacia.
Cuántas buenas noticias espera el nómada
de tu visita,
después de años sin lluvias,
años de flacos dromedarios
años sin leche ni pastos
días en los que los niños lloran de gana
y de noche duermen cansados de esperar.
Pajarito cantor, primavera del desierto,
cantor de verdes pastos,
cantor de buenas noticias para lefrig[2].
Una madre entra sonriente
y le dice a sus hijos:
Alegraos que nos visita Bubisher,
viene con su piquito rebosante de cuentos
y sus alas esparciendo historias.
Y todos como dicta el rito beduino canturrean:
¡Bubisher ibasharna uibasharac biljeir
Bubisher ibasharna uibasharac biljeir
Bubisher ibasharna uibasharac biljeir!
Bubisher que tengas y nos traigas buenas noticias.
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[1] Silham, especie de albornoz prenda de color oscuro que utilizan algunos ancianos que realza su presencia y personalidad.
[2] Lefrig, campamento de jaimas tradicionales saharauis tejidas de lana de dromedarios.
Qué hago por ti
Otros días más sin ti, otros meses.
¿Otros años más sin ti?
¿Qué hago?
¿Me desespero o me radicalizo?
Pintaré de verde
¡fuera de mi casa intrusos!
en la fachada azul del mundo.
Y si no me escuchan, otra vez,
¿qué hago?
Escoge entre tu muerte sigilosa,
porque no te escucharán,
o las armas,
las armas legales,
las armas legales. Sí que te escucharán
temblando sus amos porque tu razón
contundente les hará morder la verdad.
Los libros
Los libros me hablaron de nefastas
e injustas guerras.
También me enseñaron
cómo odiarlas,
cómo repudiarlas.
Los libros
me condujeron a las entrañas
de mi siglo.
Porque he visto
poetas jornaleros,
poetas jardineros,
poetas cristaleros.
Poetas
que avivan las letras
donde el cielo abraza
la inmensidad de los desiertos.
Pero también he visto
que la palabra
de un poeta jardinero
equivale al precio
de un tulipán en Constantinopla.
La indiferencia del mundo
Los he visto huyendo de sus hogares,
los he visto muriendo
en su larga huida.
También he visto telarañas,
treinta años después,
en aquellas
puertas que no se cerraban.
Se esconden los crímenes,
se negocian los principios
y se intenta sigilosamente matar
una esperanza.
Entonces,
¿qué es la carta magna del mundo?
¿Un derecho elemental en desuso?
¿Un veredicto a nuestra legal razón?
Resoluciones con lágrimas
de desplazados,
que firman tras cada sesión las Corbatas
Azules en Nueva York.
El mundo, Naciones Unidas,
el Consejo de Seguridad.
Todos no pueden ser locos para ignorar
mi franca palabra.
Dejadme gritar: ¡Quiero ser yo mismo!
Como me otorga esa carta magna.
El Aaiun o Beirut
Desde El Aaiun a Beirut poco distan las palabras
que fluyen de rabia,
El Aaiun, los ojos
El Aaiun, los ojos
El Aaiun, los ojos.
Y en sus cuencas, perdidas, desorbitadas,
las calles
huelen la misma barbarie.
La maquinaria bélica, las bombas, los tanques,
las balas que fabrica la misma casa,
igual matan en Beirut, El Aaiun o en Saigon.
Llámala como quieras, tú que observas
desde el monte Sinai,
desde Paris, Madrid
o el edificio azul en Nueva York.
Yo soy otro Beirut al que nadie llora,
yo soy otro Beirut del que nadie habla,
yo soy ese Beirut hace treinta años,
cada día me matan y resucito.
Yo soy ese otro hermano que Beirut no conoce,
y al que nadie llora.
Y me llamo El Aaiun, los ojos, que igual rezuman
por El Aaiun o Beirut.
Galb El Haulia
Me siguen llegando tus cartas de amor,
que escribes
desde Galb El Haulia,
cartas en las que cuentas que la vida
se reanuda tras las pasadas lluvias.
Hoy, en este jarif tan verde,
con el radiante sol de Tiris,
leo que te acarician
las caprichosas manos
de los libres vientos,
sirocos, tormentas, calimas
y que respiras mi olor
que te llega
desde Occidente.
Oh, mi amor de beduina,
oh, mi virgen desnuda,
oh, mi hermosa duna.
Tú me preguntas cómo otros
llaman a Galb El Haulia,
y yo te diré que en Occidente
se llama, en la poesía,
“El corazón de la gacela virgen”.
Y así,
tú eres de ojos vivos,
grandes, negros,
alegres, el nido del amor,
el camino que me lleva
para saciar mi sed
entre tus labios oscuros de nila.
Te quiero como galb o corazón,
no importa cuál,
te quiero mientras tu nombre
sea Galb El Haulia,
corazón de la gacela virgen.
Te quiero mientras te busco con mis
cansados ojos,
y te encuentro como la tierra prometida.
Tiris, te quiero corazón.
Te quiero como se unen un
“Galb y una Gacela Virgen”
Mi razón de ser
A la bella mujer que me miró
con descaro y me ofendió
Alguien, tal vez confundido,
me preguntó,
Eres…
Y le dije que William Shakespeare,
encontró su razón de poeta
y dramaturgo, en ser inglés.
Mientras que yo sigo simplificando
esa razón con los que intentan
situarme a la deriva,
y convertirme de ser en no ser.
Entonces nunca será una razón
diluirme en sangre de besamanos,
o transformarme en creyente
que reza God save the king.
Y se lo digo en la lengua
de Byron y de Shakespeare,
To be or not to be, that is the question,
Im not Moroccan,
sorry, esta es mi razón de ser, saharaui.
Despejada la oscuridad
De luto negro desvisten
tus montes Sario,
y de azul claro,
acaricia tu mar
de norte a sur.
Tus vientos te abrazan
y tu llovizna
despierta el gran río
de Saguia El Hamra.
Hermosura es tu Río
de Oro, y hermoso
y bello, bello cuando
unido junto al mar
a batallar,
semejante fervor
ha de estallar,
todo en cadena a vencer
desde la Güera
y más allá de El Aaiun
a seguir.
En ti Sario,
ahí está el rostro
de la libertad,
espejo de dignidad
y en ti, el pueblo saharaui
vencerá.