Pasajes del libro "Tiris, rutas literarias", editorial Ultima Linea. Biga Moh. Lamin Baali y Moichan Uld Lemohad, el verso en su contexto de lucha anticolonial

12 octubre 2017

(...) Y prosigue el Celestino sus relatos en “Tiris, rutas literarias” sobre aquella generación de dirigentes poetas y militares… historias nunca contadas ni registradas, salvo en la memoria de pocos que conocieron a esos personajes de la historia saharaui.

(…) pasajes del libro “Tiris, rutas literarias”, Editorial Ultima Linea.

 

En este otro poema habla sobre la gente que lucha sin eficacia por la expulsión de los invasores marroquíes.

 

حد ابݣمݣمو داخل ضبط                   يحظر لا ينسى ݣومو

يطرح ݣمݣمو فوݣ الربط                    الين الغزات اݣومو

 

 

 

 

 

 

 

 

Si alguien de los registrados

en los campamentos[1],

con su boca vocifera,

que sea prudente

en no olvidar a sus compatriotas.

Donde ha de venir a vociferar

es frente al muro, a ver si

expulsa a los invasores.

 

احنا ماني ماهي فينا                          بنا في الثور سياني

و لعادت ماني فينا                        معن عن فينا شي ثاني

 

Entre nosotros no existe el “no”,

porque en la revolución

somos todos iguales.

Y si el “no” existiera

entre nosotros,

implicaría algo extraño

que estaría en nosotros.

 

(...) 

Mohamed Salem, buscando en su memoria entre tantos pasajes que atesora, citó varios nombres de dirigentes militares saharauis que fueron poetas caídos en aquellos años de la guerra, e hizo mención especial a Moichan Uld Mohamed Embarc Uld Lemuahad, cuyo padre también era un prestigioso poeta, apodado entre los que lo conocieron como El Ferri. Acto seguido recordó estos versos de gesta revolucionaria de Moichan y los recitó.

 

هذ الشأن اطلع لمكاد                     من فضر تعطيه الفضر

    و امعاهد دم الشهاد                    و الي لهي تكطر من كطر

                 

Ese orgullo ha llegado

a la cima de los montes

y de collado a collado,

seré fiel a la sangre de los mártires

y a las gotas que de éstos brotarán.

 

Para adquirir pinchando en la web de la editorial Ultima Linea.

 

 

[1] Se refiere a los hombres que permanecían en los campamentos, en la retaguardia durante los primeros años de la guerra. Entonces los guerrilleros no eran censados ni registrados en los campamentos de refugiados por encontrarse todos en los frentes de la guerra en el territorio saharaui. 

 

Africa y la africanidad saharaui

Este articulo lo escribí en 2015 a raíz de un congreso sobre el: El afro-hispanismo en África, África en el afro-hispanismo”, celebrado en la Universidad de Guelph, Ontario, Canadá. Evento académico en el que participé con una ponencia sobre el legado lingüístico español en el Sahara Occidental. Una ocasión que  me llevó a conocer a dos profesoras africanas  a las que en este artículo comento mi relación con ellas, pero retomando antecedentes de la historia anticolonial de los pueblos africanos y sus dirigentes dinosaurios de la descolonización y procesos de liberación nacionales.

Pasados tres años desde entonces volví a releer ese artículo y me pareció de suma actualidad para compartirlo con los lectores y volver la mirada hacia África y su compromiso con la lucha del pueblo saharaui. Siguiendo estos días el impacto humano del flujo de exiliados que van huyendo con sus tragedias empujados por la guerra en el Medio Oriente y en el cuerno de África, reflexioné sobre dos temas, la condición “exilio” y el compromiso de los pueblos africanos con el pueblo saharaui. Esta última reflexión se basa en un mensaje y una foto que recibí de unos amigos universitarios gaboneses en el que me ratificaban su compromiso con la lucha del pueblo saharaui, siendo Gabón un país que aún está en la vieja y reaccionaria órbita marroquí, pero no a sus intelectuales que al poder siempre le dijeron sus errores. La palabra exilio es una expresión que nuestra humanidad ha introducido en su jerga de poder para definir a los que fuimos ilegalmente expulsados y desposeídos de nuestro hogar y nuestra tierra. No siendo esta expresión, exilio, más que la acepción que define el fracaso y la incapacidad de liderazgo de los poderes que dirigen nuestro mundo. A estos seres humanos que van huyendo de la muerte, y que me han hecho revivir mis pasos de niño en mi éxodo de 1975 buscando cobijo, les hago transmitir mi profunda solidaridad y sentir humano. Y decirles que los que nos causan desestabilización obrando por sus intereses capitalistas en nuestras tierras, no nos ganarán a pesar de sus estrategias geopolíticas.

¡Humanidad!, ¿ante estos dramas, adónde nos refugiamos los desposeídos y desterrados? Los pueblos expulsados de sus tierras nos hemos convertido en literatura. Y hacemos esta literatura cuando hablamos de nuestras luchas y las consecuencias que nos acarrea. Nuestros recuerdos son igual que los del primer mundo, tras vivir la I y II Guerras Mundiales, la esencia de la muerte y la destrucción, el iniciar el éxodo hacia un lugar seguro. Esas son las amargas vivencias que el Primer Mundo experimentó, que debería de lección magistral para no volver a caer ni dejar de sentir humanidad ante semejantes injusticias.

En marzo de 2013 participé en el “Congreso Internacional Virtual: El afro-hispanismo en África, África en el afro-hispanismo”. Un evento académico internacional organizado por las universidades de Guelph, Ontario (Canadá), y la universidad de Ghana. El encuentro me posibilitó conocer  varios académicos del mundo universitario de África, Latinoamérica y Europa; fue un sugestivo encuentro sumamente fructuoso en su dimensión humana y académica, con el propósito de abrir camino hacia un mundo afro hispano sin fronteras. En ese congreso conocí a dos magníficas  profesoras, la ghanesa canadiense, Dorothy Wellington, una de las organizadoras y docente en la universidad de Guelph y la ponente gabonesa Veronique Okome, profesora de Conferencias Lengua y Cultura del Mundo Hispanófono y Directora del Centro Africanista de Estudios del Mundo Hispano Luso de la Ecole Normale Supérieure de la Universidad de Gabón.

Al haber vivido y experimentado el éxodo en mi huida hacia el exilio, he leído mucho sobre este fenómeno. Recuerdo una cita del escritor sueco Henning Mankell en la que decía “Nuestras organizaciones en el exilio han sido una especie de sustituto de las ciudades y los pueblos que nos vimos obligados a abandonar”. Y aquí no quiero pensar en aislados guetos, más bien en organizaciones de comunidades, asociaciones de escritores, culturales y de derechos humanos, brazos armados de muchas causas justas en nuestro mundo.

El caso nuestro, los saharauis desde siempre hemos llevado a África en el corazón, porque sin su cultura tan arraigada entre nosotros y el pensamiento de sus históricos lideres contra el dominio colonial, como Patrice Lumumba, Luali Mustafa, Oliver Tombo, Kwame Nkrumah, Nelson Mandela, Houari Boumediene, Julius Nyerere, Amílcar Cabral, Agostinho Nheto, Robert Mugabe, Sam Nujoma, no nos hubiera sido posible encarnar el ideal anticolonial y sublevarnos contra todos sus múltiples tentáculos contra los que aún seguimos luchando, como último pueblo de África que padece esta lacra de ocupación extranjera y dominio neocolonial.

En los años setenta, siendo niño, inicié mi éxodo huyendo de la guerra, lo que más adelante hizo que entendiera con claridad esa terrible condición del destierro y el exilio y sobre la que decía Luis Leante, premio Alfaguara 2007, amigo y prologador de “El sueño de volver”: “No conozco una palabra más terrible que “exiliado” para referirse a la condición de una persona”. Recuerdo que en el internado donde estuvimos cientos de niños en el norte de Argelia tarareábamos una canción revolucionaria saharaui de aquellos años que decía: “Nuestra causa es africana y esta tierra del Sahara está invadida”. ¿Era entonces un mensaje a África, la cuna de nuestra humanidad? Con esta canción yo entendía que estaría despojado de mi hogar pero me encontraba bien acogido por África, por lo que no sentía que estuviéramos solos. Posiblemente sin este pensamiento que adquirí con mi generación y a una edad muy temprana, no me hubiera sido fácil identificar la buena suerte que nuestra lucha adquirió al ser apoyada por los pueblos africanos.

En el año 1998 el ghanés Kofi Anan, entonces Secretario General de la ONU, visitó  los campamentos de refugiados saharauis. Recuerdo una pancarta colgada frente una jaima negra tradicional saharaui que decía: “Kofi, África needs you”, y esa África indudablemente también es el Sahara Occidental. Nuestro sentir por el africanismo nos mueve como nos lleva el ritmo de tambor africano que está latente en nuestro ser. Ante los ojos de los africanos nuestra lucha, la de los saharauis, es la del pueblo palestino ante el mundo árabe. En 2014 tuve la suerte de conocer en persona y escuchar al histórico líder sudafricano del ANC, Andrew Mlangeni, compañero de celda de Nelson Mandela, cuando este visitó los campamentos de refugiados saharauis durante el XII FISahara, dedicado a Mandela. En un mitin se dirigió a la población con estas palabras, propias de un líder que arenga a sus seguidores a ganar su lucha: “Veo muchos periodistas y fotógrafos en este tipo de eventos, pero nunca lo vemos luego reflejado en los medios” y más tarde sentenció: “Los saharauis han de estar muy agradecidos a Argelia por haberles dejado este lugar; como nosotros agradecimos a Tanzania que nos dejara un cachito de jungla desde donde pudimos organizar nuestra lucha (…) Los saharauis conquistarán su libertad, y si no ellos, sus hijos”. Palabras de compromiso que reflejan el sentir de toda África hacia la causa saharaui. También conmemoró esa batalla de la historia que libraron muchos pueblos africanos ante el dominio colonial, y recordó su exilio en Tanzania: “Allí pudimos cortar árboles para hacer casas y sembrar comida para sobrevivir, pero los saharauis están en este lugar de mucha dureza y sufrimiento y sin embargo han sabido sobrevivir”. Sí, es cierto que hemos resistido y continuado porque África está ahí presente con nosotros.

Creo mucho en el poder de hacer muchos frentes, de una literatura que emana del compromiso más que la destructora expresión de las armas, sea como fuera su resultado final. Aunque esta indeseable vía bélica, muchas veces es el único lenguaje que les queda a los pueblos para derrotar a la injusticia. El poder inmaterial de la literatura en todas sus facetas es uno de los lenguajes ante el que inevitablemente sucumbirán los que nos echaron y nos sometieron a esta condición de exiliados, desterrados y refugiados. Durante el inicio de la invasión marroquí al territorio saharaui en 1975, un periodista de habla inglesa preguntaba al entonces rey marroquí Hasan II cómo reaccionaría el monarca si los saharauis tomaran las armas contra la “Marcha Verde”. El déspota respondió, vacío de sentimientos humanos y subestimándonos: “¡Nos los comeremos!”. Tres décadas fuimos indigestos para él, y ya lleva otra padeciendo su hijo nuestra determinación. Nadie podrá someternos.

En la Ecole Normale Superieure, ENS de la Universidad de Gabón, tengo amigos gaboneses a quienes su profesora de filología española, Veronique, les introdujo en su plan de estudio la literatura saharaui escrita en español y adquirió algunos de mis libros, como “El sueño de volver”, obra en la que repaso la historia de aquella irrepetible generación anticolonial del 73 saharaui; “La maestra que me enseñó en una tabla de madera”, libro dedicado a mi madre y maestra Jadiyetu, y “El porvenir del español en el Sahara Occidental”. A través de la red pude desarrollar varios encuentros virtuales con estos estudiantes que me llevaron a recordar cómo en las universidades de las metrópolis y colonias de aquellos años se formaron carismáticos dirigentes africanos de los años sesenta y cómo espolearon la conciencia de sus pueblos y se sublevaron contra el colonialismo y sus doctrinas. Este verano recibí un correo de mi amiga la profesora Veronique en el que me informaba que venía a Madrid para impartir una conferencia en la Universidad de verano en el Escorial sobre la Cultura y Sociedad africana, a la vez que me confesaba que traía una carta de sus alumnos que habían leído mis libros.

Una vez más percibí que los saharauis tenemos ganada nuestra causa y que estos pueblos no nos van a fallar en nuestra lucha, que se acerca a su final. La carta no ha podido ser más cercana y original, era una foto de los estudiantes posando frente a su centro universitario, y en el dorso me dejaban el siguiente mensaje: “¡Hola hermano Bahia! Nosotros estudiantes de la E.N.S de Gabón le saludamos con respeto. Su obra maestra “El sueño de volver” nos ha encantado. La causa saharaui que defiende es nuestra. Quizás un día más pronto se realice, por la gracia de Dios. Saludos cordiales”.

Al respecto prometí responder a estos amigos y hermanos africanos de nuestra causa de forma abierta y para ello me he basado en aquellos antecedentes históricos que en los años sesenta protagonizaron otros jóvenes como ellos en todo el continente africano, hechos que he podido absorber de niño y otros sacados del libro “El largo camino hacia la libertad”, la autobiografía de Nelson Mandela. Estoy seguro que estos estudiantes gaboneses no van a defraudar el compromiso de sus antecesores y para ello me valgo de este proverbio saharaui que reza: “traicionar el compromiso está en manos de quien en casa se ha quedado”.

Y aquí hago mío el pensamiento y lo traslado a todos los mundos universitarios africanos y sobre todo a los que fueron colonias francesas y les recuerdo que el Sahara Occidental está registrado en el Comité de Descolonización de los 24 de la ONU como uno de los 16 territorios no autónomos que faltan por descolonizar en el mundo y el único en África. Sed fieles ante el compromiso con vuestro hermano pueblo saharaui por el que un día la Historia os juzgará. El valor humano de los pueblos en cualquier balanza que se pese, caerá siempre a favor de la razón como el presentimiento y muestra de apoyo que hicieron en su carta estos compatriotas gaboneses cuando me decían “Quizás un día muy pronto se realice” el sueño del pueblo saharaui. Y esta lucha queridos amigos es un amor que quien lo haya probado lo sabe. Dios mediante, en este compromiso con el pueblo saharaui y la historia de nuestras luchas nos dejó muchos ejemplos como esta cita de la despedida de Lumumba a su esposa Pauline y a los pueblo africanos que escribió en 1961 dos semanas antes de ser asesinado: “La historia dirá un día su palabra, pero no será la historia que se enseñe en Bruselas, en París, en Washington o en las Naciones Unidas: será la que se enseñe en los países liberados del colonialismo y de sus títeres. África escribirá su propia historia, de gloria y de dignidad, al norte y al sur del Sahara”.

Nota:

leyendo las imágenes de derecha a izquierda. Luali Mustafa Sayed, líder fundador del Frente Polisario, Patrice Lumumba líder anticolonialista y nacionalista congolés, Nelson Mandela (Madiba), Houari Boumediene anticolonial y expresidente de Argelia, Agostinho Nheto expresidente de Angola,  Amílcar Cabral dirigente revolucionario de Guinea portuguesa, Cabo Verde y Guinea Bisáu, Mahfud Ali Beiba histórico del Polisario,  Julius Nyerere, Robert Mugabe, Mohamed Sidi Brahim Basiri nacionalista y anticolonial saharaui, Sam Nujoma lider de Namibia, Kwame Nkrumah líder político de la independencia de Ghana, político y filósofo panafricanista, Mohamed Abdelaziz histórico líder del Frente Polisario y expresidente de la República Saharaui y el Capitán Thomás Sankara líder anticolonial y expresidente de Burkina Faso, antiguo Alto Volta.

Mi enraizado verso, “al verso tirseño de Badi”

De la tierra dicen que nace el verso de mis dunas, que brota de un costado cristalino, como eclosionan del vientre de una duna verdes espigas de azaran[1]que los vientos peinan sobre el suave cuerpo tallado en mil y una curvas.

 

 

 

 

 

 

Mi verso el escenario de sueños,

la multitud de acurrucados camellos

que refrescan sobre las húmedas

pestañas de un pozo.

 

Mi verso es tangible,

patrio,

sencillo,

cercano,

patrimonial,

tradicional,

memoria de pastorcitos,

zancadas de beduinos.

 

Mi verso es franco,

mirada fiel que guarda

por el pasado,

agitado por el presente,

de buen augurio al futuro.

 

Mi verso es un gaf de “tres rojos[2]”,

mi verso es el retoño de un talaa,

mi verso es tu verso que sueña

libertad,

es tu verso que sueña amor,

es tu verso que sueña paz,

es tu verso con ansias de llegar

descansar y en tus labios agonizar

como mueren las dunas en los labios del mar

o como  el sol cae entre los parpados del azul horizonte.

 

[1] Arbusto de esparto autóctono en la vegetación saharaui, que crece sobre las dunas y en tierras de muy finas partículas generalmente en la región sur del Sahara, Tiris. Se fabrican de este arbusto esteras, cestas para el pan y preparación para los granos de cereales como trigos y cebadas.

[2] Tres rojos, حمر اثلاث en hasania “Hmar azlaza”: son las tres primeras estrofas que dan origen a un gaf o verso en hasania. Son los primeros retoños de un talaa, poema, porque partiendo de estos Tres Rojos nace el talaa, el poema.

El médico del exilio, Mohamed Brahim Fakala, alias Dah

Corría el año 1976, principios de la guerra en el Sahara Occidental. España acaba de abandonar el territorio y Marruecos y la Mauritania de entonces anexionaban militarmente al territorio.

 

Yo era menor de edad y me encontraba formando parte de los primeros flujos del éxodo huyendo hacía un lugar seguro, como me habían indicado mi madre y mi hermana. Un día después me recogió una unidad de combatientes del Frente Polisario, y me confiaron a una familia que me acogió en Gleibat Legleya;  me trasladó con ella pasando por el pueblo  de Gleibat El Fula, desde donde nos dirigimos a la localidad mártir de Um Draiga. En el tercer bombardeo de la aviación marroquí a Um Draiga estábamos cerca del monte Ziza, y todos los miembros de la familia nos apresuramos a escondernos de los aviones debajo de unas frondosas acacias, momento en que me hirió el ojo derecho las afiladas espinas de la talha[1] donde buscaba protección. En aquellas circunstancias adversas no había ningún remedio para mi herida y estuvo sin cura varias semanas, durante la dificultosa huida hacia la ciudad argelina de Tinduf[2].

 

En una parada en las fronteras de Argelia, en un lugar conocido como Adam Soixante-quinze[3], recibí la primera atención de un sanitario. Me dijo “mañana cuando llegues a Rabuni, que te vea el médico Mohamed Embarec”. No sabía quién era el “médico”, me lo imaginaba como un especialista argelino que atendía a los primeros heridos y enfermos de los refugiados.

 

Ese día me presenté frente a una cuantas tiendas de campaña de poliéster color azul, con el logo de Croissant-Rouge algérien. Allí estaba un hombre que frisaba los sesenta años, de barba medio canosa, bien poblada y con una sonrisa constante que no perdía a pesar de la pipa de tabaco saharaui que mordía entre sus dientes. Muchas mujeres se dirigían a él como Dah y otros hombres que trabajaban con él le llamaban Mohamed Embarec. Había unas enfermeras españolas con rostro de preocupación que constantemente consultaban con él en su ir y venir de tienda a tienda atendiendo enfermos. 

 

Recuerdo que Dah me dijo,  “Ven hijo”, cogió mi hombro, me metió dentro de la tienda y me sentó sobre unas cajas de madera, de las que guardaban medicamentos frágiles. Y volvió a preguntarme mirando hacia el exterior de la tienda “¿Dónde está tu madre?”. Como veía la grave inflamación que tenía el ojo y el pus que desprendía por el lagrimal, quería que la explicación más correcta se la diera mi madre. Durante aquellos días del éxodo cada vez que alguien preguntaba por mi familia, no podía soportar la pregunta y un nudo ahogaba mi garganta y me temblaban los labios. Era la pregunta más dura que he sufrido durante el éxodo. El ATS cogió mi barbilla, la levantó y fijó mi cara hacia sus ojos… y enseguida llamó a una de aquellas sanitarias y le dijo que me desinfectara el ojo, que me pusiera gotas de colirio y me lo tapara con un vendaje. No había posibilidad de prestarme más atención. Había muchos pacientes más graves y sobre todo bebés desnutridos y madres enfermas.

 

Años más tarde supe la envergadura humana de aquel ATS del éxodo, del exilio y del refugio que me atendió en aquellas circunstancias. En La Habana compartí mis estudios con uno de sus sobrinos. En los años ochenta en plena guerra conocí en persona a uno de sus hijos que era sanitario militar. Y en octubre de 1998 lo acompañé como coordinador con el programa de la Ser “Hoy por hoy”, que realizó desde el campamento de la wilaya de Smara Iñaki Gabilondo y su equipo. Aún guardo su imagen sentado, con su pipa de maneiya[4] saharaui en la mano desprendiendo un especial aroma y mirando hacia el horizonte

 

La serena y segura voz Dah en respuesta a la pregunta de Gabilondo sobre cómo recordaba la casa que había tenido que dejar en La Güera, se fusionaba armónicamente con la música de despedida del programa. “La casa la construí con mis manos y la ayuda de mis hijos y amigos… me sentaba y desde sus ventanas y portal veía el océano Atlántico y sus olas…”. La voz de Mohamed Embarec suavemente se iba alejando del oyente como si se marchara hacia aquella entrañable casa de La Güera.

 

Ayer sábado 8 de julio de 2017 en la red saltaba una efemérides con su imagen, que me ha hecho recordarlo, como “el médico del exilio” Mohamed Embarec Uld Fakal-la, el ATS que en 1976 se despidió entre sus brazos el histórico dirigente saharaui de aquella extraordinaria “Generación del 73”, el médico Bola Uld Ahmed Zein,  y curó a los heridos de Um Draiga, Tifariti, y Amgala. Al final se marchó sin poder curar sus profundas heridas del largo exilio. مِّنَ الْمُؤْمِنِينَ رِجَالٌ صَدَقُوا مَا عَاهَدُوا اللَّهَ عَلَيْهِ ۖ فَمِنْهُم مَّن قَضَىٰ نَحْبَهُ وَمِنْهُم مَّن يَنتَظِرُ ۖ وَمَا بَدَّلُوا تَبْدِيلًا. “Entre los fieles hay hombres que cumplieron en su compromiso con el todopoderoso. Algunos corrieron su suerte, otros esperan fieles y sin renuncias”, sura  del Corán sobre el compromiso.


[1] Acacia del desierto.

[2] Tinduf se construyó en 1852 en un antiguo emplazamiento de unos pozos llamados Tendefes, acuíferos citados por el geógrafo y viajero onubense Al Bacri y de los que se dice que desaparecieron a finales del siglo XV. El nombre de Tinduf, en lengua de senhaya significa “la acogedora”, según cuenta en su obra Angel Domenech, en “Chej Ma El Ainin señor de Semara”, sic.

[3] Planicie dentro de las fronteras de Argelia con el Sahara Occidental, que lleva en nombre topográfico Planicie setenta y cinco. Lugar donde paraban convoyes de los primeros flujos de refugiados saharauis perseguidos por las tropas de ocupación del ejército marroquí durante los primeros meses de la invasión al territorio saharaui.

[4] Tabaco natural que fuman los saharauis y los mauritanos en unas especiales pipas, llamadas tuba y siga.

El emir anticolonial de educacion saharaui, Ahmed Uld Deid

Este articulo responde lo que decía el profesor y antropólogo Juan Carlos Gimeno “Bahia es un etnógrafo de su propia gente”. 

Poco o nada se ha escrito de ese personaje de la historia de la resistencia anticolonial saharaui y mauritana. De mis investigaciones sobre la literatura e historia de esta región de habla hasania me llevan a la vida del emir anticolonial Ahmed Uld Edeid. Un personaje que su historia tiene comunes puntos de convergencia en lo referente a  saharauis y mauritanos en su osadía anticolonial. Los casos más distinguidos de esa leyenda de la resistencia anticolonial se dieron en el caso de Ahmed Uld Edeid y Sidahmed Uld Aida, dos notables de educación saharaui conocidos por su lucha contra el dominio colonial francés, de principios del s. XX.

Sidahmed Uld Aida vivió hasta los quince años con los saharauis a los que su madre Aicha Mint Mohamed Uld Ali es originaria, de la familia Aulad Amani. Hasta esta edad estuvo  telmid[1] de la escuela del teólogo y sabio Chej Malainin en su antigua alcazaba de Smara. Allí se educó  hasta que cumplió su primer ramadán a los 18 años. Edad con la que volvió al emirato de su tío que era emir[2] de Adrad.

De la historia de estos dos personajes de esa región conocida como مجتمع الحساني  muchtamaa alhasani[3], se desprende esa naturaleza de libertad y anti dominio colonial con el que se han rebelado los saharauis tras el reparto colonial de África. Pero vendría bien situar primero quien era Ahmed Uld Edeid y qué tipo de relación tuvo con la sociedad saharaui durante su infancia. Junto al emir Sidahmed Uld Aida, fueron dos precedentes de relación social en la historia de esas dos geografías que desde remotos tiempos vincularon mutuamente a los dos pueblos, el saharaui y el mauritano.

El prestigioso hombre de letras mauritanas fallecido en los años noventa Mohamadan Uld Sidi Brahim,  desvela interesantes datos biográficos de ese emir anticolonial saharo-mauritano. Cuenta que era conocido como Ahmed Ldeid, un apodo que le vino de su abuelo paterno Ahmed Uld Edeid.  Y decía que su verdadero nombre era Ahmed Uld Ahmed Fal Uld Sidi. Su madre se llamaba Mamia Mint Mohamed Eznagui Uld Ali Uld Ahmed. Su padre Mohamed Fal murió cuando él estaba en el vientre de su madre, de familia saharaui. Tras el fallecimiento del emir de Trarza Ahmed Salem Uld Brahim Salem en 1929, Ahmed Uld Edeid asumió el emirato de Trarza en 1930 hasta que murió en 1944.

Volver al periodo de su vida anterior al emirato de Trarza, nos lleva a la historia de su familia y su relación con el Sahara Occidental. El literato Mohamadan Uld Sidi Brahim, cuenta que cuando Ahmed Edeid nació en Sahel[4]en 1882, su tío por parte de su madre, llamado Ali Uld Baba de la familia  الكرع Lgaree y Aulad El-lab le cogió mucho cariño desde bebé y le convirtió en el centro de su universo familiar. Le transmitió una completa educación posando por la escuela de los sabios Ahel Barikal-la[5] y los Ideygheb[6]. Ali Uld Baba al percatarse de la inteligencia intelectual de su sobrino debido a su formación en aquellas dos referentes familias saharauis de la sabiduría y ciencias, decidió complementar su educación enseñándole a hacer tiro y llevándole con él en sus largas jornadas de caza en Tiris. Durante la cacería no le dejaba calzar nailas[7] ni llevar turbante en la cabeza ni llevar agua; y cuando desmonta sus jaima en su traslados de un lugar a otro, no le dejaba subir a lomos de su camello, porque quería prepararle físicamente para saber enfrentarse a la adversidad del desierto y ser un hombre bien curtido para esa naturaleza.

Se cuenta que era veloz persiguiendo a los camellos más raudos que tenía el ganado de su tío Ali Uld Baba.  Poseía extraordinarias cualidades de caza y de reflejo ante cualquier cosa que se moviera. Relatan que cuando le sobrevolaba un ave le tiraba con piedras y le alcanzaba con precisión.

Durante ese periodo de educación, su tío Ali Uld Baba observó que ya tenía una puntería de tiro mortal, progreso de lo se alegró mucho pensando en su futuro en una región que ya estaba infestada del infiel colonizador francés y refriegas tribales. También se percató del nivel de inteligencia, observación y vitalidad que había adquirido a esa edad tan temprana a los 17 años en su vida. El literato Uld Sidi Brahim cuenta que a esa edad Uld Edeid sabía toda la historia de su familia por parte de padre, sabía que era mauritano y que su lugar y futuro están donde su familia de padre como dictan las tradiciones y el derecho consuetudinario de su cultura. Sus tíos maternos, Ahel Ali Uld Baba, en varias ocasiones sintieron mucha preocupación por él desde personas cercanas a ellos y también desde fuera en su propia gente en Mauritania.

A esa edad ya estaba en boca de muchos por su preparación y educación saharaui cuando comenzó a ser cantado por grandes poetas de la región de su padre como el clásico  Mojtar Uld Haddar[8] quien le dedico estos versos:

 

من يوم اخلكت كامت ابشار         للعدال ؤالمد لمتين يحمد لديد

 ماهواخسار فيك اشكر                    الحك يلكمين يظمين زاد

اعليك ابلمر اثنتين يلكمين            يظمين التررزا تعطيك لعمار

 (…)

 

Oh tú Ahmed Uld Edeid

Desde el día en que naciste magno

la justicia comenzó  a iluminarse

y tu generosidad por doquier se extendió

oh, Ahmed Edeid.

Elogiarte con transparencia

no es un gesto en vano

porque tú eres quien abarca todo

y tu eres la punta de la lanza que dirige.

Y tienes estos dos testigos:

la punta de la lanza

y aquel a quien todo lo abarcas.

Los Trarza por ti dan su vida

(…)

La gloria te persigue

y tú, modesto de ella vas huyendo

y cuando persigues lo haces con la mano más dura.

Tú desde aquí a Smara[9]

a Smamit[10]

a Witrarin[11]

a Estambul

a Dauwar Lefras

a Saguia[12]

a El Aain[13]

a El Ain Lakhal

a Dar Eyreifilla[14]

eclosionas con tu pujanza

en los verdes campos y planicies.

 

El tío de Ahmed Edeid, hermano de su padre por parte de madre, Sidi Mohamed Uld Taleb Uld Heiba, un hombre bien cultivado, gran poeta de buen prestigio, decidió ir a verle en el Sahara donde vivía su familia materna en Tiris, Ahel Ali Uld Baba.

Sidi Mohamed al llegar a la familia del emir en el Sahara Occidental y tras ser recibido por la familia materna de Ahmed Uld Edeid, ésta se mostró muy cauta del nuevo visitante que procedía de Mauritania a verle. La familia de Ahel Ali Uld Baba le preguntó por el motivo de su visita y el visitante les reveló que es tío paterno de Ahmed Uld Edeid. Y les explicó que quería conocerle en persona y proponerle incorporarse a su familia, su tribu, su tierra y alegó en un proverbio hasaní que “El pájaro siempre es de su bandada”. Insinuando que el hijo siempre acaba formando parte de la familia del padre y no viceversa en la cultura de los bidan.

La familia se reunió a sola con el nieto y le preguntaron que si sabía que tenía un tío paterno llamado Sidi Mohamed y él afirmó que sí, que lo sabía. La familia les dijo, este tío tuyo vino a buscarte por si quieres marcharte con él. Uld Edeid contestó a su tío que primero quiería conocerle y hablar con él sobre su familia y el emirato de su padre. Tras el encuentro que duró varios días, el tío le informó de toda su familia y de su emirato, y este le dijo que estaría dispuesto a marcharse con él. Su tío era un hombre de mucho prestigio, su madre era Fatimetu Mint Aleya, una familia de resonancia social mauritana. Una vez terminada la visita la familia materna de Uld Edeid accedió a la voluntad del nieto y le prepararon todo cuanto fuera necesario de provisiones para su largo viaje a Mauritania, a lomos de camellos junto a su tío paterno. Prepararon una surba[15]saharaui que marchó con él en un estilo protocolario tradicional hasta muy lejos y  se despidió de él. Los dos hombres sobrino y tío emprendieron la marcha a trotes de camellos hasta que alcanzaron a la región mauritana de Aukar, se les hizo de noche y en un momento se encontraron con unos jinetes y pararon a saludarles e intercambiaf lajbar[16] . Ahmed Uld Edeid se dirigió a su tío y le dijo –pregúntales de qué tribus son ellos. Y el tío hizo la pregunta a los jinetes. A lo que estos respondieron, que eran de una tal tribu de la zona de la que Uld Edeid tenía nociones.

Ahmed Uld Edeid le dijo a su tío. –esa tribu no es de fiar. Y le aconsejó no darle más información que lo necesario. Cuando se despidieron de ellos, Ahmed le preguntó su tío –por qué sabes que esos hombres son de poco fiar. Y él le respondió –yo conozco quiénes son nuestro amigos y quienes son nuestros enemigos. Yo sé de todo cuanto nos rodea de gente.

Los dos hombres prosiguieron su camino hasta alcanzar la región donde se encontraba la tribu Aulad Daman y allí los estaba esperando su otro tío quien se encargó de organizar todo el recibimiento al hijo que acaba de regresar a su tribu y a su emirato. La familia paterna de Ahmed Uld Edeid desde 1905 mostró su rechazo al colonialismo francés y lo declaró un infiel enemigo. Por entonces Francia intentaba colarse en Mauritania por la zona sur, desde Senegal. La tribu Aulad Daman, una rama de Trarza, tenía su desplazamiento en esa región del sur de Mauritania y al ver que el colonialismo francés entraba por ella decidió desplazarse hacia la región norte de Adrar, intentando no relacionarse con el nuevo orden colonial que se estaba instalando en toda Mauritania. 

Uld Edeid desde una edad muy temprana ya con el emirato de su padre comenzó a atacar unidades del ejército colonial francés en las colinas de El Azlaat en las que tuvo sus primeros éxitos contra los goumiers franceses. Precisamente en esa acción requisó varios fusiles y muchas municiones, gesta anticolonial que   le dio mucho apoyo y prestigio dentro de su tribu y en las otras de la región de Inshiri y Adrar.

El mando francés molesto por sus incursiones usó su modo operandi para neutralizarlo, como hizo con los legendarios guerreros saharauis Wayaha Uld Ali Chej en 1925 y Ali Uld Meyara en 1933, entregando armas a colaboradores por si lo pudieran matar o capturar y entregar a los franceses. La misma estrategia que practicó contra el emir Sidhamed Uld Sidahemd Uld Ahmed El Aida, asesinado por los goumiers franceses en 1932. Sin embargo el mando francés con su estrategia que encargaba su ejecución a los goumiers mauritanos y senegaleses no les funcionó la estrategia para liquidarlo ni diezmó sus sorpresivos ataques a las snag francesas.

Uld Edeid  en 1914 su enfrentamiento contra el ejército colonial le otorgó entre los creyentes respeto y conllevó a que muchos adeptos se le unieron en la lucha contra el colonialismo francés en Mauritania. Su bravura en el combate los mauritanos la relacionaba con la educación que recibió con la gente de Ahel Sahel, es decir los saharauis. Cultura donde se había criado y educado en valores que luchan por la libertad y contra el sometimiento sea como fuera su modo.

Se cuenta que durante ese periodo de calma y pacificación entre las tribus mauritanas y el colonizador, Uld Edeid emprendió un viaje al Sahara para visitar su familia materna en Tiris. Y que tras su caluroso recibimiento por su tío Ali Uld Baba, en el segundo día de su estancia le dijo, “aquí como sabrás de la educación que te hemos proporcionado, no tenemos emires ni sultanes y todos por igual nos levantamos para hacer nuestras hogueras y preparar nuestra comida”. Un rasgo particular de libertad e insumisión que ha caracterizado a los saharauis desde tiempos remotos y está presente en su educación. Uld Edeid venía de una tribu de su padre que le declaró su emir y le acostumbró un trato servial, especial, que no se daba en la cultura de su familia materna saharaui.

Con el ejército colonial francés se enfrentó en muchas escaramuzas, como en el caso de la caravana francesa que venía de Ndar, Senegal, trasportando armamento para entregarlo a sus colaboradores mauritanos en  la región de Sahuet Elma. Uld Edeid y sus hombres al enterarse interceptar de noche la caravana francesa, atacándola y le requisaron todo el material que llevaba antes de llegar a su punto de destino. El mando francés de la zona le persiguió con un grupo muy fuerte de goumiers y al saber que lo iban alcanzar se detuvo para comunicar su decisión a sus hombres: “este que esta al oeste es un rio infranqueable, al sur tenemos Ndar, Senegal, al norte tenemos Nuakchott que desea vernos capturados o muertos, y al este lo estéis viendo, los franceses vienen a por nosotros y  hoy para vencer solo valdrán hombres y fusiles”. Se dice que al terminar su arenga cogió su arma y mató a todos los camellos que tenía sus hombres para que nadie se rindiera ni huyera.

Uld Edeid hizo frente a las tropas goumiers que lo perseguían y con sus hombres  derrotó la columna francesa. Requisó todo su material, camellos, municiones, armas y ropa. El literato Mohameden Uld Sidi Brahim cuenta que el emir propuso a sus hombres usar todo el material recuperado para seguir atacando un número de puestos donde estaban desplazados unidades militares de los franceses, con el propósito de liberarlos del colonizador. Pero sus hombres no le aceptaron la propuesta y le dijeron “con todo lo requisado el éxito ya lo tenemos y no debemos aventurarnos con ello”.

El mando francés impotente ante los golpes de Uld Edeid acudió a la intermediación del notable religioso mauritano Baba Uld Chej Sidiya[17] en busca de firmar paz con el emir guerrero. Uld Edeid guardaba mucha consideración a Uld Chej Sidiya, por lo que le escuchó en su mediación, pero sin antes plantearle varias condiciones para hacer paz con el mando colonial francés. Uld Sidiya presentó a los franceses las exigencias del emir y estos las aceptaron todas.  El mediador  comunicó a Uld Edeid que debería presentarse en la localidad de Butilimit para firmar el acuerdo de paz con los franceses.

Mohameden Uld Sidi Brahim cuenta que Uld Edeid se prestó en Butilimit ante el mando francés y expuso sus exigencias de las que se sabía: Prohibir las incursiones francesas en la región de Trarza; garantizarle sus demandas cuando exige algo a los franceses; amnistiar todos los guerreros y notables cercanos a él que los franceses tenían declarados como enemigos; no desarmarle en persona, no imponerle a sus seguidores el impuesto de renta colonial sobre el ganado de su gente. Logrados estos objetivos, el emir de Trarza comienza un periodo de convivencia bajo dominio colonial francés hasta su muerte en 1944. Una “paradoja” de lucha anticolonial que permitió a Francia como potencia occidental colonizara a Mauritania hasta su independencia en 1960.

 

En este repaso a la historia y como plantea la antropología sobre la articulación de datos y argumentos teóricos para aproximarse al objeto de estudio. He querido destacar la vida de estos dos hombres referentes en la historia del Sahara Occidental que transcurrió durante el periodo colonial. Se trata de la etnografía que ha sido omitida por la bibliografía colonial y poscolonial. He aquí el rol del etnógrafo nativo ante la memoria colectiva como respuesta a lo omitido por el texto del teórico expedicionario colonial que sigue desdibujando el pasado de muchos pueblos africanos. La vida transversal de este emir surgido de una familia saharo-mauritana, obedece a un planteamiento del antropólogo Pierre Bourdiue en su obra “Antropología de Argelia” cuando aborda la interpretación y la diferenciación. Y para explicarlo parte de un proverbio de los kabilas de Argelia que reza  «Sigue el camino de tu padre y de tu abuelo». Bourdieu aclara esta relación como la que llevó el emir Uld EEdeid a obedecer: “La fidelidad a la tradición de los antepasados, valor de valores, domina todos los actos esenciales de la vida social: el aprendizaje cultural en primer lugar, en los objetivos que persigue y en los medios que emplea para alcanzarlos al mismo tiempo”. Uld EEdeid es uno de esos valores sociales surgido de la notoriedad de dos familias que se identifican por la reputación frente a toda acción vil contra la que los saharauis y mauritanos educan a sus hijos desde una edad muy temprana.  Dar visibilidad y refrescar al lector delicias de la historia que la “bibliografía de militancia colonial” nunca supo tratar, es dar respuesta y aclarar conceptos de la historia en su objetividad desde la memoria colectiva, el fiel registro de los pueblos que fueron dominados, y  "la claridad es la cortesía del filósofo". Ortega y Gasset.

 

Bibliografía:

Programa literario que realizaba el literato Mohameden Uld Sidi Brahim  “Shenguiti Al Asala Muritania” شنقيط الاصالة مورينانيا programa consultado https://www.youtube.com/watch?v=3rJ7p4IaPPE

Fuente oral consultada:

Afeluat Mohamed Elmami Mohamed Said, experto en la sociedad saharaui, descendiente de los sabios Chej Mohamed Elmami y Mohamed Uld Tolba.

[1] Discípulo

[2] Príncipe

[3] Sociedad mauritana y saharaui que hablan la lengua hasania

[4] Nombre que las tribus de Mauritania daban al Sahara Occidental por su ubicación geográfica situada al oeste de ellos.

[5] Grandes sabios y eruditos saharauis nacidos en la región sur del Sahara Occidental, Tiris. El sabio Chej Mohamed Elmami es uno de sus más referentes del siglo XIX, autor del tratado sociológico de la sociedad saharaui “Qitab Albadia”, Libro del nomadeo.

[6] Tribu saharaui conocida por su erudición y saberes sobre la cultura y sociedad saharaui y mauritana. Uno de sus referentes fue Mhamed Uld Tolba, el gramático, poeta y erudito tirseño.

[7] Sandalias tradicionales saharauis hechas de piel de camello.

[8] Clásico mauritano con fecunda obra literaria en hasania, vivió entre 1850 a 1930. Originario de grandes juglares  conocidos como Lehraki, vinculados a las tribus de Ahel Elguebla.

[9] Primera ciudad saharaui construida por Chej Ma El Ainin en 1899.

[10] Región del Sahara Occidental.

[11] Región de Mauritania.

[12] El Río de Saguia El Hamra, el más grande río del Sahara Occidental, en la región norte sobre el cual se fundó la ciudad de El Aaiun.

[13] Región de Mauritania que fronteriza con el Sahara Occidental.

[14] Región del sahel, litoral, saharaui conocida con sus fuentes de agua.

[15] Un destacado grupo de guerreros a lomos de camellos y armados.

[16] Noticias de los nómadas.

[17] Teólogo, fakíh y poeta mauritano de la tribu Aulad Aberi. Vivió entre 1860 y 1924. Considerado como el notable religioso que facilitó la entrada del colonizador francés en Mauritania, alegando el interés de las tribus mauritanas y persuadiéndolas al respecto.